Cómo ayudar a alguien que necesita recibir atención de salud mental
Poner en contacto a un cónyuge, pareja o hijo con el apoyo adecuado puede marcar una diferencia significativa en su bienestar, pero puede ser difícil saber por dónde empezar.
Notar o preguntarse si alguien que nos importa está luchando con su salud mental puede resultar abrumador y confuso. Puede que pensemos: “¿Cómo sé si necesitan ayuda?”, “¿Cómo les ayudo a recibir cuidados?”, “¿Los cuidados les ayudarán a mejorar?” o “¿Y si no quieren ayuda?”.
Afortunadamente, hay cosas que podemos hacer para ayudar a nuestros seres queridos que luchan con su salud mental y reducir nuestras preocupaciones. Podemos aprender las señales que indican que alguien está angustiado, cómo hablar de salud mental con ellos y qué recursos hay disponibles.
Cuando apoyamos a los demás, es importante que también nos apoyemos a nosotros mismos. Cuando cuidamos de nosotros mismos, tenemos mayor capacidad de ver los signos de angustia en las personas que nos importan. También somos capaces de utilizar estrategias y compartir recursos de forma más eficaz para ayudar.
Si estamos ayudando a alguien que lo necesita a ponerse en contacto con la atención médica, es importante que sepamos que el tratamiento de salud mental funciona y que muchas personas empiezan a sentirse mejor después de unas pocas sesiones.
Nuestro estímulo puede ser el catalizador que necesitan para iniciar su viaje de recuperación y el camino hacia un futuro mejor.
Ayudar a alguien a conectar con la atención puede parecer desalentador; sin embargo, no se necesita un entrenamiento especial. De hecho, las investigaciones demuestran que animar a otros a buscar ayuda puede motivarlos a comprometerse.
Comprender nuestro papel
Aunque nuestro estímulo para buscar atención puede marcar la diferencia, es responsabilidad de nuestro ser querido tomar medidas para su propio bienestar. Esto significa que no somos responsables de la salud mental de los demás. Por lo tanto, ser un colaborador eficaz implica conocer los límites de nuestro apoyo al mismo tiempo que hacemos lo que podemos para ayudar.
Puede ser especialmente duro cuando nuestros seres queridos están luchando con su salud mental y no están dispuestos a buscar ayuda. Aún podemos apoyarlos siendo pacientes, mostrando que nos importan y respetando sus decisiones. Podemos sobrellevarlo al reconocer que hemos ofrecido nuestro apoyo y aceptar lo que está fuera de nuestro control.
Sus sentimientos son válidos
Ser testigo de cómo alguien a quien queremos se enfrenta a problemas de salud mental, como ansiedad, depresión o consumo de sustancias, puede suscitar muchas emociones. No hay una forma correcta o incorrecta de sentirse al ver a un ser querido luchar con su salud mental. Las emociones comunes incluyen:
- Preocupación o inquietud.
- Miedo o ansiedad.
- Frustración o irritabilidad.
- Ira o resentimiento.
- Indefensión o desesperanza.
- Agotamiento emocional o estrés traumático secundario.
- Insensibilidad o apatía.
Podemos apoyarnos y reconocer que los sentimientos difíciles son normales y ofrecer el mismo cuidado que ofreceríamos a un ser querido. También podemos beneficiarnos de buscar nosotros mismos atención de salud mental que nos ayude a sobrellevar la situación.
No saber si ayudar a alguien que nos importa a conectarse con la atención médica mental puede hacernos sentir estancados. Podemos despegar al aprender las señales de advertencia comunes de la angustia mental.
Señales de que alguien puede necesitar atención de salud mental
Las señales de alarma son “toques de atención” personales que indican que alguien puede estar experimentando problemas de salud mental y necesita apoyo. Son diferencias observables y notables en el comportamiento típico de alguien. Por ejemplo, un amigo muy sociable empieza a cancelar planes. Entre las señales de alarma más comunes se incluyen:
- Evitar a los demás.
- Reportarse enfermo en el trabajo/escuela.
- Disminución del rendimiento laboral/escolar.
- Inquietarse o parecer inquieto.
- Problemas para tomar decisiones.
- No mantener la higiene.
- Consumir muchas drogas o alcohol.
- Dormir demasiado o muy poco.
- Comer mucho más o menos.
- Cambios en el estado de ánimo (llanto, irritabilidad, etc.).
- Enfadarse con facilidad.
- Participar en comportamientos de riesgo (conducir de forma temeraria, etc.).
- Tener problemas para concentrarse o recordar.
- Tener pensamientos suicidas.
- Involucrarse en autolesiones.
Si ha observado que alguien experimenta una o varias señales de alarma, es posible que se beneficie de una atención de salud mental. El tratamiento de la salud mental es muy eficaz y puede mejorar nuestro bienestar general, nuestras relaciones y nuestra calidad de vida.
4 pasos para ayudar a alguien a recibir atención de salud mental
- Considere el tipo de apoyo que puede prestar
Cuando se prepare para ayudar a alguien a ponerse en contacto con la atención de salud mental, considere si puede ofrecerle apoyo emocional, práctico o ambos. El apoyo emocional incluye ser paciente, escuchar sin juzgar y comprobar cómo están. El apoyo práctico incluye tareas prácticas como el cuidado de los niños, ayudarles a buscar/inscribirse en un centro de asistencia o acompañarlos a sus citas.Cuando decida qué tipo de apoyo quiere dar, tenga en cuenta su propia salud mental y determine cuánto puede y quiere dar. Por ejemplo, si se siente abrumado, elija una forma de apoyarles que no requiera demasiado de usted, como compartir un recurso de salud mental. - Planifique su conversación
Si decide hablar con ellos directamente sobre sus preocupaciones, aquí tiene algunas sugerencias:
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- Elija un buen momento y un buen lugar para mantener esta conversación. Ser reflexivo sobre cuándo y dónde comparte sus preocupaciones puede ayudarles a sentirse más tranquilos. Elija un espacio seguro, cómodo y privado para mantener su conversación. Acérquese a ellos cuando no parezcan abrumados y no tengan prisa o puedan ser interrumpidos. Empezar la conversación durante una actividad agradable, como jugar a un videojuego, ver la televisión o pasear puede ayudar a calmar los ánimos.
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- Prepárese para la contestación. Las luchas por la salud mental pueden ser profundamente personales y no todo el mundo quiere o está dispuesto a compartirlas. Pueden ser necesarias varias conversaciones para que alguien se abra o busque ayuda. Si deciden no abrirse ni buscar atención, respete su decisión, invítelos a dar pequeños pasos y ofrézcales recursos. Independientemente del resultado, expresar sus preocupaciones les hace saber que usted se preocupa. Y, su conversación puede plantar una semilla que les ayude en el futuro.
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- Tenga en cuenta sus creencias sobre la salud mental y las influencias culturales. El estigma que rodea a la salud mental y a la ayuda profesional sigue siendo un reto. Los factores culturales también pueden afectar a la forma en que pensamos, experimentamos y buscamos ayuda en materia de salud mental. Por lo tanto, comprender y respetar sus creencias y su cultura puede favorecer una conversación más fluida. Por ejemplo, puede sugerirles que se pongan en contacto con un proveedor de salud mental que comparta sus antecedentes. Los miembros de Lyra pueden buscar proveedores cuya identidad sea similar a la suya.
- Inicie la conversación y utilice el método LEAP durante su discusión
Una vez que se haya preparado, puede iniciar la conversación de varias formas diferentes utilizando un tono suave. Por ejemplo:
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- “He notado que últimamente pareces decaído y distante. Estoy preocupado y quiero que sepas que estoy aquí para apoyarte”.
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- “Quería ponerme en contacto contigo. Te veías estresado el otro día. ¿Estás bien?”.
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- “¿Podríamos hablar unos minutos? He notado que no has sido tú mismo últimamente y me gustaría saber cómo te va”.
Una vez iniciada la conversación, puede utilizar el método LEAP, un enfoque basado en la investigación para hablar con alguien sobre la necesidad de recibir atención de salud mental. LEAP son las siglas en inglés de Escuchar, Empatizar, Estar de Acuerdo y Asociarse. Puede incorporar estas estrategias a lo largo de la conversación, en lugar de hacerlo cada una en un orden determinado.
Escúchelos con compasión, respeto y una mente abierta. Escuchar sin juzgar puede ayudar a que los demás se sientan más cómodos abriéndose. Por ejemplo:
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- “Realmente me gustaría escuchar más sobre lo que estás pasando”.
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- “Me preocupo por ti, estoy preocupado. Estoy aquí para escucharte cuando estés preparado”.
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- Consejos para escuchar: Deles tiempo para hablar. Evite responder demasiado rápido, precipitarse en la resolución de problemas y dar consejos. Haga preguntas utilizando un tono amable y curioso. Resuma lo que les ha oído decir para que sepan que los ha escuchado y pueda aclarar cualquier cosa que haya oído mal.
Empatice con ellos. Esto significa ver las cosas desde su perspectiva. Compartir su preocupación por su bienestar y relacionarse con sus experiencias puede ayudarles a sentirse comprendidos y aceptados. Hacerles saber que le importan y que quiere ayudarles puede llevarlos a sentirse más abiertos a buscar atención. Por ejemplo:
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- “Siento oír que te sientas así. No debe ser fácil no tener energía, sentirse triste y no saber qué te pasa”.
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- “Cuéntame más. Quiero saber cómo te hacer sentir lo que sucede”.
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- Consejos para empatizar: Comparta sus sentimientos y pensamientos desde su perspectiva. Evite decir cosas como “ánimo” y “todo irá bien”. Reconozca sus sentimientos y hágales saber que está bien que se sientan así. Anímelos a buscar ayuda y, si procede, comparta sus experiencias positivas con la atención a la salud mental.
Pónganse de acuerdo en lo que puedan. Aunque no estén de acuerdo en todo, intenten encontrar puntos en común. Esto puede ayudarles a sentirse menos a la defensiva y más abiertos a buscar atención. Por ejemplo:
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- “También odio que te sientas así y quiero que te sientas mejor”.
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- “Estoy de acuerdo. Lo que estás pasando suena realmente difícil”.
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- Consejos para llegar a un acuerdo: Busque cosas en las que pueda estar de acuerdo. Haga hincapié en su deseo de encontrar un terreno común y apóyelos. Aborde la conversación con una mente abierta y con la voluntad de llegar a un acuerdo para estar en desacuerdo.
Asóciese con ellos en los pasos que estén dispuestos a dar. Apóyelos en las cosas en las que estén dispuestos a actuar, como revisar los recursos, buscar atención o volver a hablar. Por ejemplo:
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- “¿Qué puedo hacer para ayudarte a volver a sentirte como antes?”
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- “Estaré encantado de ayudarte. ¿Deberíamos empezar a buscar un terapeuta juntos?”
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- Consejos para asociarse: Reconozca sus sentimientos y la fortaleza que tuvieron para hablar con usted. Céntrese en la identificación de pasos factibles.
Seguimiento e intercambio de recursos
Al final de su conversación, pregúnteles si puede volver a hablar con ellos. Considere su bienestar, reflexionando sobre la frecuencia y el momento en que puede comprobarlo de forma realista. Cuando se ponga en contacto, puede preguntarles cómo se encuentran, si se acercaron a la atención médica o qué apoyo podría serles más útil.
Tanto si están dispuestos a buscar atención ahora como en el futuro, compartir recursos puede ofrecerles información y apoyo valiosos.